cíanselo saber. Y como se llegase el día de la fiesta y estu-
viesen todos aquellos malhechores en el patio, con todos
los caciques de la Provincia y principales y mucho gran número
de gente, levantábase en pie aquel Sacerdote mayor y toma-
ba su bordón o lanza y contábales allí toda la historia
de sus antepasados: cómo vinieron a esta Provincia y las gue-
rras que tuvieron, el servicio de sus dioses; y duraba hasta la
noche [borrado] que no comían ni bebían, él, ni ninguno de los
que estaban en el patio. Y porque no engendre hastío, la
repartiré en sus capítulos e iré declarando algunas
sentencias, lo más al propio de su lengua y que se pueda
entender. Esta historia sabía aquel Sacerdote mayor
y enviaba otros sacerdotes menores por la Provincia, para
que la dijesen por los pueblos, y dábanles mantas los ca-
ciques. Después de acabada de recontar se hacía justicia
de todos aquellos malhechores.
[II]
DE COMO EMPEZARON A POBLAR LOS ANTECESO-
RES DEL CAÇONÇI
Empenzaba ansí aquel Sacerdote mayor: "vosotros,
los del linaje de nuestro dios Curícaueri, que habéis venido, los
que os llamáis Enéami y Çacápuhireti, y los rey[e]s llamados
Vanácaze, todos los que tenéis este apellido, ya nos habemos
juntado aquí en uno, donde nuestro dios Tirépenie Curícaueri
se quiere quejar de vosotros y ha lástima de sí. El empenzó
su señorío donde llegó al monte llamado Virúguarapexo,
monte cerca del pueblo de Çacapo tacánendan. Pues
pasándose algunos días, como llegó aquel monte, supié-
ronlo los señores llamados Zizánvanachan. Estos
que aquí nombro eran señores en un pueblo llamado Naranjan
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