y dijeron a los señores de los chichimecas: "tu hermano Chánshori dice que
traigáis leña para los cúes contra ellos y los sacerdotes que echen los olo-
res y que ellos harán lo mesmo". Y como lo oyesen los señores de los chichi-
mecas, dijeron que les placía y que el siguiente día llevarían sus arcos
y flechas, y así se volvieron los mensajeros. Y los chichimecas no
tenían muchos atavíos para la guerra. No sé dónde hallaron plumas de
águila y hicieron unos plumajes para las espaldas, y hicieron unas
banderas de pluma de gallinas blancas, y al tercero día señalado,
fueron todos a un lugar llamado Atáquaho y los de Curínguaro vi-
nieron también a aquel lugar y juntáronse unos con otros a
medio día y empenzaron a pelear. Y unos se daban de pedradas, otros
con terrones, ya los señores de los chichimecas tiraban flechas, porque la
gente común eran los que se daban de pedradas y de tarronazos; y tenían
lo por mal descalabrarse, y en descalabrándose alguno, alimpiábase
con la mano la sangre porque no cayese [borrado] en el suelo y ruciá-
banla con los dedos hacia el cielo para dar de comer a los dioses.
Y fueron heridos y flechados los dos hermanos señores de los chichimecas Pauá-
cume y Vápeani y tornáronlos a sus casas a cuestas a Tarímichúndiro
y tornáronse los de Curýnguaro a su pueblo.
[VIII]
COMO ENVIARON LOS DE CURINGUARO UNA VIEJA, CON ENGAÑO, A SABER
SI MURIERON DE LAS HERIDAS LOS SEÑORES DE LOS CHICHIMECAS Y COMO
LOS QUISIERON MATAR POR ENGAÑO LOS DE CURINGUARO EN UNA CELADA
Tenían por mal. cuando estaban heridos o flechados, dormir en sus casas
los heridos, por el peligro que era. Y estos heridos, con los señores, fuéronse a la casa dicha
del águila y hiciéronles unos zarzos de cañas altos del suelo de una parte
y de otra, dentro de la casa. Y estaban echados los heridos en ellos y estu-
vieron tres días en esta dícha casa. Y a la entrada de la puerta tomaban
sahumerios con cañutos y sacaban aquellos sahumerios a los fogones, de
una banda y de otra, que se encontraban unos con otros los que entraban y los1
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