que salían a echar los sahumerios en los fogones. Y dijeron los de Curínguaro: "¿Quién iría a preguntar cómo están los señores de los chichimecas?, que muy mal los tratamos cuando los flechamos y como son chichimecas no saben olvidar la injuria. ¿Quién iría a preguntar por ellos, si por ventura morirán?". Y dije- ron otros: "¿ha de faltar quien vaya? Ahí está la mujer de Curú zapí que es de Sin- chángato; ella dice que son sus sobrinos, ella entrará en sus casas y hablará con ellos. Llamarémosla y ella irá". Y dijeron a unos suyos: "id y llamal- da". Y llamáronla y dijéronle: "ven acá, tía", y ella dijo: "¿qué mandáis, señores?". Y diéronle de comer y dijéronle: "¿qué haremos tía que tenemos una pena, que fle- chamos a los chichimecas. Y nos juntamos en un llano llamado Atáquaho y allí jugamos sobre las espaldas de la tierra y flechamos a los dos hermanos, no sabemos si les hirimos en algud lugar peligroso, de que suelen morir. ¿Por ventura, no se morirán?, ¿cómo no iréis a saber qué tales están?". Respon- dió ella: "que me place, señores. Cierto, yo iré". Y dijéronle ellos: "ve y tórnanos con la respuesta". Y diéronle dos mantas y dijéronle: "lleva éstas que te cubras y estas dos les llevarás a ellos y como que son tuyas. Mira qué te dirán a la despedida, porque las palabras que les dijeres han de ser tuyas y no que sientan que son de nosotros". Y dijo ella: "señores, yo iré; no tengáis pena ni estéis tristes por esto, que si ellos están buenos o si son muertos, yo lo sabré; yo los hablaré". Y partióse y llegó a donde tenían su casa en Sinchángato. En ano- checiendo partióse y traía las dos mantas que le habían dado y era invierno, tiempo de aguas, y la pobre no sé cómo venía que llegó a la media noche a la casa dicha del águila y estaban en esta casa, a la una banda los isleños y de la otra banda los chichimecas y estaban en compañía velando, que habían venido a vellos de la laguna. Y la vieja venía atrancando por los herbazales con el rocío y entró en la casa y iba pasando junto a ellos, sagudiendo el rocío; y no dormía Vápeani y la vieja inclinóse sobre él, para ver si dormía, y dijo Vápeani: "¿quién anda aquí?". Y respondió ella: "señor, yo ando". Díjole: "¿quién eres tú?". Y dijo ella: "señor, yo soy tu tía, mujer de Carú çapí". Y díjole Veápeani: "pues ¿en qué andas?". Dijo ella: "ay señor, ahora poco ha que lo supe, quién me lo había de contar por hacer-
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