pocos en una isla?. Que una mañana que nos juntásemos, ellos y nosotros, les destruiríamos en el pueblo por la pena que nos dan. Pues yo tengo necesidad de su ayuda porque son valientes hombres, y decímoslo por tener confian- za en sus arcos y flechas. Esto les irán a decir, ellos vernán, y no de- jarán de venir que no son discretos". Esto es lo que les dijeron a los isleños y respondieron ellos: "ciertamente iremos a ellos y se lo diremos". Y hicieron un presente de pescado para llevar a los señores, y venieron donde estaban, y pusieron delante su presente de pescado y asentáronse e di- jéronles Vápeani y Paúcume: "pues ¿qués lo que queréis, isleños?, ¿a qué venís?". Respondieron ellos: "señores, vuestros suegros nos envían". Y relataron toda su embajada. Dijo Bápeani a su hermano: "hermano, sin duda habemos de ir allá pues que dicen que nos han de decir un poco. Ellos por destruir los pueblos andan. De verdad que habemos de ir entrambos". Y armáronse y los dichos sacerdotes les dijeron: "hijos, ¿en qué andáis?, ¿dónde queréis ir?". Respondieron ellos: "venieron de la isla de la laguna y dicen que nos sacarán fuera las mujeres, aquí cerca, a un lugar llamado Xanó- ate hucazio, las han de traer y nosotros que vamos allí por ellas". Dijeron los sacerdotes: "hijos, bien querríamos que no fuésedes, que esas palabras no son de los isleños mas de los Curínguaro". Dijeron ellos: "no, agüelos, mas han de decirnos un poco, que dicen que habemos de destruir la isla de Pacandan". Respondieron ellos: "bien, sea así en buena hora, hijos. Y tomá cada dos mancebos buenos corredores, que vayan delante, e id mi- rando por el camino a todas partes, porque no os veáis en algud peligro y no pensemos que es juego, y no nos burlemos, e id mirando por el camino". Y como se partiesen, tomaron los corredores y enviáronlos delante y como estuviesen puestos en celada los de Curínguaro, en tres partes, dejaron pasar delante los corredores y espías, y Vápeani y Pauácume iban detrás. Y pensando que no había celada, pasaron delante hasta
|