sin temor de ninguna cosa por toda la ribera, y tenían sus redes a se- car puestas en unos palos cabe la ribera, y tenían su pescado por allí a secar. Y hizo en aquel lugar un gran fuego Taríacuri y alzóse un gran humo a la ribera de Haterio, y viendo la gente estas ahumadas y fue- go, fuéronse todos huyendo para poner en cobro sus haciendas. Y dejá- ronse por allí las piedras de moler y ollas y cántaros y el pescado que quedaba tendido por el suelo y las mantas; y entráronse en la laguna que alzaban las espumas hacia arriba, y no los tomaba nadie. Los mo- chachos daban gritos y todos daban voces, nomás de por ver las a- humadas, Y ansí se fueron todos que quedó todo desierto, hasta un lugar llamado Zyrimbo. Y fué Taríacuri a Zirimbo y allí sacó también fuego de un estrumento y hizo ahumadas. Y en otro lugar llamado Chutío. De todos estos lugares se levantaron los isleños y dando gritos se entraron en la laguna; nomás de por ver las ahumadas daban voces y se iban, que no los tomaba nadie. Y allí también dejaban algunas alhajas y había mucho pescado tendido por la ribera. Y de allí fué Ta- ríacuri a un cerrro llamado Xanóato hucazio, y hizo allí tam- bién ahumadas y levantáronse todos viendo el humo, y fuéronse también los de Paréo y levantaban gran espuma al entrar de la laguna. Y levantáronse también los de Charaben y Harámutaro. Y llegando [a] Arámutaro hizo sus ahumadas Taríacuri y levantá- ronse de allí y iba echando de allí los isleños, dándoles de rem- pujones para hacerlos entrar en la laguna. Llegó también a un lugar llamado Cuirís tucúpacháo y hizo sus ahumadas y vido allí la isla de Xaráquaro y de Cuyámeo, vido el asiento de la isla. Y daban voces los mochachos y tomaban las mujeres sus hijos en las espaldas y íbanse, que no sabían dónde ir. Y así los cercó a todos los de la isla que no había dónde saliesen a la ribera a labrar ni por leña.
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