ludó y contóle todo lo que le había dicho Nacá. Dijo Taríacuri: "así es la verdad de lo que dice Nacá, ¿de quién ha de haber miedo, que de contino estamos en guerra?. Vete a tu casa y dilo a nuestro padre que le espere y que le saque vino al camino". Y fuese el sacerdote. Y dijo Taríacuri: "vení acá y llamaréis mis hermanos Zétaco y Aramen, que vengan acá". Y fueron por ellos y venidos dí- joles: "vení acá, hermanos". Dijéronles ellos: "¿qué mandas, señor?". Díjoles Taría- curi: "dicen que Nacá es ido a la laguna y que va a hacer gente, y ha enviado a llamar los de Curínguaro y que mañana ha de estar todo el día en la isla haciendo gente, que nos han de destruir el pueblo, que pidieron los isleños ayuda a Çuruban, el de Taríaran". Dijeron sus primos: "sea a- sí señor, como dicen". Díjoles Taríacuri: "¿qué os parece, hermanos? ¿Qué decís que yo os oiré?". Respondieron ellos: "qué habemos de decir, señor manda tú y diremos lo que sentimos: ayudarte hemos". Dijo Taríacuri: "Así es la verdad, hermanos. Dad acá ese bolsón". Y diéronsele y sacó de allí una navaja para sacrificar las orejas y díjoles: "mirá, llevad esta navaja. Con ésta daba yo de comer al dios del fuego, que hace llamas en medio de las casas de los papas, y llevad también estas guir- naldas de cuero de venado". Dijeron los hermanos: "que nos place, señor, que las llevaremos". Díjoles Taríacuri: "mañana, luego por la mañana, empe- zaréis hacer flechas y sean anchos los carcajes, que tengan cuatro apartados; poné muchas flechas en ellos. Y partiréis os a medio día y estaréis en Panga hacúgueo y subiréis la cuestecilla. Y poné allí leña y no durmáis, velá toda la noche, hasta la mañana, puniendo leña; y en amanesciendo, tomá dos de vosotros y súbanse encima el monte llamado Harázinda, y esténse allí echados y miraréis desde allí a la laguna a ver quién viene, y veréis si vie- en una canoa sola o cuatro o cinco canoas. Vosotros sois mocha- chos. Abaje uno de las espías y avise a otro para que os lo haga saber
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