y espérele otro al desembarcadero. Y como supiéredes que es desem- barcado, empenzaréis a sacrificaros las orejas haciendo grandes aberturas y esparciréis aquella sangre en unas hierbas y en el ca- mino haréis como patadas de venado. Y trairésle al camino, don- de hiciéredes las pisadas de venado, y irés ruciando las yerbas y andaréis todos en derredor, como que buscáis un venado herido y a- partaréisle un poco del camino, hacia el monte, y allí llegaréis a él y le prenderéis. Que nosotros no empenzamos la guerra, mas otros nos han empenzado a hacella. Que así mandaron los dioses a Curícaueri que no empenzase él, que otro había de empenzar y que se anticipase a defender. Id, hermanos, en buen hora". Y partiéronse y llegaron a Vacánabaro y hicieron todo aquel día flechas. Y partié- ronse por el camino de Pangua hacúngueo y subieron un montecillo y allí velaron aquella noche, Y después que amanesció partiéronse dos espías y subieron encima del monte Harázinda, y allí se e- charon encima el monte y miraban a la laguna y vieron que ve- nían cinco canoas y, como tomaron puerto, bajó uno de las espías, y dijeron a los de la celada: "ya ha tomado puerto Nacá". Y Quarácuri le salió a recebir y le llevó comida. Pues díjole Na- cá: "seas bien venido, hermano; ¿a qué hora te partiste?". Díjole Quarácuri: "señor, anoche me partí". Y llevóle la comida y trújole al camino vino; y comieron todos e bebieron; y despidióse Nacá y dijo: "baste ya, hermano, quiero irme, quiero llevar estos dos cántaros de vino y entrando el dia beberé, que hará calor y habré sed". Y pidió licencia y díjole Qua- rácuri: "ya veniste como concertamos; anda en buen hora". Y como se partiese Nacá, vino el espía delante, que le estaba espiando, y hízolo saber a otro, y aquél a la gente, y díjoles: "ya viene, hele aquí donde viene cerca". Entonces la gente que estaba en la celada empenzáronse a sacrificar las orejas y ruciaban las yerbas
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