zos con los hombros a Corínguaro. Llevaron los dos muslos a Zurunban a quien le había enviado, y llevaron aquella carne los dos viejos que había dicho Taríacuri y el corredor quedóse buen rato apartado. Y fueron delan- te los viejos y saludóles Çurunban y dijéronle todo lo que había concertado Taríacuri, que le dijesen. Y Zurunban llamó las mujeres de su casa y díjoles: "vení acá presto, mujeres; caletá esta carne". Y como la calentasen, cortáronla y pusiéronla en unas jicales y pusiéron- se todos en el patio, los prencipales y las señoras. Y sacáronles aquella carne y pusiéronsela delante y a Zurunban pusieron por sí, y sacaron de comer a los viejos que habían llevado la carne, y comieron to- dos. Después de comer dijeron los viejos: "señor, danos licencia que nos queremos ir". Y Zurunban llamó unos mayordomos suyos lla- mados Vyana y a otro Acuta y díjoles: "traed mantas para estos vie- jos". Y trujéronles sendas camisetas y otras mantas para ellos y sus mujeres y mantas para Quarácuri, su señor. Y díjoles: "lle- vá éstas a mi hermano Quarácuri". Y los viejos le dijeron: "ya nos vamos, señor". Y Zurunban les dijo: "id en buen hora, ya habéis visto có- mo comí la carne; decídselo así a mi hermano". Y como se partiesen y ho- biesen andando un poco, salióles al camino el corredor y díjoles: "se- áis bien venidos". Y ellos así mesmo le saludaron y dijeron: "ve de largo, señor, que ya comió Zurunban la carne". Y él, de presto, echó- se una escodilla de agua por la cara y fingió que venía corri- endo muy sudado y entró de rendón en la casa de Zurunban y Zurunban le dijo: "pues, ¿qué hay, hermano?". Dijo el corredor: "señor, tu hermano Quarácuri me envía y me dijo: Ve corriendo cuanto pudieres, que si no has aún comido la carne, que no la comas, porque no era esclavo de Taríacuri, mas es el que enviamos a hacer gente y dice que era el sacerdote Nacá; que no la comas, en ninguna manera". Como oyó esto Zurunban, dijo: "y éste, ¿qué dice?, Prendelde, prendelde". Y levantáron-
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