trojes y derrocáronles las casas, y quitáronles los mastiles y bezo- tes y quitáronles toda su hacienda y echáronles a rempujones ha- cia Pázquaro. Y a sus mujeres las deshonraron, como está dicho, des- pojándolas todas. Y como eran mujeres, asían de los hijos y jun- tábanlos así para encobrir su deshonra: el uno llamado Yripan y el otro Tangájuani. Y así los echaron del pueblo. Y sabiéndolo Taríacuri, pensando que venían tras dél, se levantó con toda su gente y dejaban todos por las casas sus comidas, otros mazamorras, otros tamales y otros mantenimientos. Quedaba todo por los herbazales, y pe- rros y papagayos y gallinas. Iban todos por los herbazales. Y fueron todos a un lugar llamado Huriqua mácuritiro, y así fueron a Ebárizan viuio. Y llegó Taríacuri a Zinzú cuíquaro y asentóse al pie de una incina. Y sus primos Çétaco y Aramen enviaron tras dél mensajeros y dijéronle que por qué se iba, que si estaba él senten- ciado a muerte co[n] nosotros lo han habido. Y partiéronse los mensajeros y no hallaron ninguno en el pueblo y fuéronse. Y di- jéronles Cétaco y Aramen: "pues ¿qué hay?". Respondieron ellos: "se- ñores, no parece nadie, todo está desierto y no sabemos dónde es ido nuestro señor Taríacuri". Y enojáronse ellos y dijéronles: "¿Qué dicen éstos? ¿Quién os ha de matar? ¿Dónde fué? ¿Por qué no fuistes mirando por el rastro? Los de ahí, vosotros. ¿Cómo, no amanescer?". [borrado] Y tornaron otra vez a buscalle, y después de amanesci- do, fueron a buscalle y miraron por donde había ido, que estaba [borrado] la yerba pisada. Y llegaron a él, a un lugar llamado Hebário zinzú cuíquaro, y estaba echado al pie de una encina y sus mujeres en derredor dél, y los chichimecas esta- ban esparcidos por los herbazales. Y como llegasen los mensa- jeros, díjoles: "seáis bien venidos, hermanos. Yo tengo la culpa del mal que os ha venido, por lo que mandé. Decid a mis primos
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