allí tenían celos unos con otros. Y dijéronle las otras mujeres a esta señora: "mira qué artera eres. Dices que eres mujer de Carícaten. Mira qué discreta eres. Tú, por ventura, ¿piensas o sientes a quien tienes por marido? Que un chichimeca se junta contigo. Aramen se junta contigo . A él vas a recebir, pasando tantas veces la laguna". Y oyólas Carícaten, que era de noche. A la mañana llamó a sus mujeres y empenzólas a preguntar y díjoles: "¿Es verdad esto que decís?". Y respondieron sus mujeres y dijeron: "sí, señor, así es la verdad, que Haramen se junta con ella". Y él empenzó a decir mal de Aramen, diciendo: "el bellaco, ¡qué afrenta me ha hecho! ¿cómo, no andan sólo por esto desparcidos por los montes?". Y envió unos viejos y gente con ellos y díjoles: "tomad, viejos, este pescado y llevádselo [a] Aramen y sabréis cómo está, y él como os vea, os salu- dará y dirá: 'Seáis bien venidos, viejos'. Y vosotros poné allí delante dél el pescado y prendelde y mataldo". Y partiéronse y llegaron a la casa de Aramen, que aquella sazón se estaba bañando y te- nía cubierta una manta y asentado estaba secándose. Y como los vió, díjoles: "seáis bien venidos los de la isla". Y ellos, así mesmo, le saludaron y dijeron: "tu hermano Carícaten nos envía y díjonos: Tomá este pescado y llevádselo a mi hermano Aramen para que coma con mazamorras. Y dióle las gracias Aramen y díjole: "estése ahí, asen- taos y sacaros han de comer". Y sacáronles de comer, y después de comer pidieron licencia que se querían ir diciendo que ya habían comido. Y díjoles Aramen: "esperad y buscaros he algunas man- tas que llevéis y camisetas que os pongáis vosotros". Y salió. Y los señores suelen tener allí en su casa su arco y flechas a la puer- ta, y los isleños tomaron el arco y flechas y armáronle y flecháronle en las espaldas. Y Aramen como se vido herido
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