los dioses, y al infierno y a las cuatro partes del mundo. ¿Quién te deja de conoscer que te llamas Taríacuri? ¿Por qué causa has de- jado el comer y beber? Mejor sería, señor, que comieses porque tuvieses fuerza para traer leña para los cúes, para que vinieses algunos días, porque eres señor. No te cures de aquella mujer, porque no te faltará otra que tengas por compañera, para que seas señor; y quizá no es nacida con la que has de estar y ser señor o ya es nacida. Ve a Zurunban, señor de Taríaran. Tú y él seréis señores". Respondióle Taríacuri : "así es la verdad, señora tía". Y dijo a los suyos: "vamos a Zurumban, señor de Taríaran". Y partiéron- se y antes que llegasen allá Taríacuri, supo de su venida Zurunban y salióle a rescebir todo amarillado la cara, que había hecho una fiesta, y saludóle e dijo: "señor, seáis bien venido". Y tomóle de la mano y así iban platicando hasta su casa. Y estaba un pajarillo llamado Zenzenbo, colgado de una flor questaba chupando la miel y viéndolo Zurunban, díjole a Taríacuri: "¡Oh, qué hermoso pajarito; señor, fléchale! ¿Cómo? ¿No eres chichimeca? Tírale". Respondió Taríacuri : "que me place. Yo le tiraré, hermano". Y puso una jara en el arco y ya que le quería tirar, dijo Zurunban: "Mírame a la mano y ve por él y trai hacia acá la flecha". Y como soltase, acertóle y dijo Çurunban : "hermano, ya le acerté, ve por él". Y iba Zurunban por un herbazal y alzó la jara y el pá- jaro traíale en la mano y llegando a Taríacuri le dijo: "cierto que eres chichimeca, que este pájaro no es tan grande que, ¿era cosa de flechar por ser tan chiquito? ¿Cómo, ninguno te ha de alcan- zar? No faltas ni yerras tiro y no hay quien te alcance en tirar". Y ansí iban platicando hacia su casa , y el pajarillo, no sé cómo no murió, llevábale en la mano vivo y llegando
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