a decir Taríacuri : "pues, ¿qués señora tía?". Entonces díjole su tía: "una cosa he sabido, que se dice, que los de Curínguaro nos han de destruir y dicen que han venido a poner espías y que se tornan leones y ádives, sabiendo en los lugares fragosos que estamos. Y que dicen que no se le da nada dello al hijo de Zurunban, y él entra en tu casa y coméis en uno y bebéis juntos, y que sale fuera en achaque de orinar, y va por los her- bazales, donde están las espías, a ver cómo viene la gente de guerra". Oyendo esto Taríacuri, enojóse y reprendió a su tía, diciendo: "mirá qué dice esta vieja, ¿quién ha de andar espiando? Este señor que está aquí comiendo comigo se llama Zinzuni, hijo de Zurunban. Aquí estamos juntos. Vete de ahí, con lo que vienes". Respondió su tía: "así es la verdad, señor, que estáis juntos; quedaos en buen hora". Y salióse enojada y oyendo esto el hijo de Zurunban sintióse mucho y díjole Taría- curi, que no rescebiese pena, que aquella vieja no sabía lo que se decía, que eran nuevas que había oído por ahí. Y dijo el hijo de Zurunban: "señor, ¿cómo no tengo de tener pena de oir lo que he oído? Ya no podré sose- gar". Y salió fuera Taríacuri y trújole cinco cargas de pescado y dí- jole: "señor, pues, vete a tu casa, no tengas pena; lleva este pescado para dar a tus hijos llegando a tu casa". Y respondió el hijo de Çurunban y dijo. "Sea así, señor". Y fuese a su casa. Y tomó Taríacuri su dios Curíca- ueri, y su gente y fuese tras él. Y supo de su venida Zurunban, su suegro, y salióle a rescebir al camino y saludáronse; y Zurunban, fingiendo que lloraba de compasion de su yerno, untóse la cara con saliva y díjo- le que viniese en buen hora. Y llegando a su casa le dijo: "aquí en este lugar no hay leña para que traigas para los cúes, la cual tú todo el día traes y toda la noche. Ya véis tú que aquí no hay monte, vete a un lugar lla- mado Vacapu, donde es señor Anáhurichenzi y allí trairás leña
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