mis sobrinos Hiripan y Tangáxoan". Y llamó [a] su hijo llamado
Curátame, que había habido en la señora de Curínguaro y díjole:
"Hijo, yo te quiero casar, vete a tu pueblo de Curínguaro donde
nasciste y allí está el dios Vréndequabécara; trae leña para sus
cúes y verás que todos se emborrachan en Curínguaro. No
tomes enjemplo para hacer tú lo mesmo, y ya has visto mi vida,
cómo voy por leña para los cúes y cómo traigo leña todo
el día y toda la noche y echo encienso en los braseros de los
dioses. Ya lo sabes todo. Trae leña para Vréndequabécara
y no te emborraches". Y después que su padre le hubo avisado,
envióle acompañado a Curýnguaro y como hizo su asiento,
empezó de emborracharse y súpolo su padre, y tenía mucha pe-
na por ello y dejóle. Y nunca hacía sino preguntar por sus
sobrinos Hirepan y Tangáxoan. Dejemos ahora a Taríacuri y
contemos lo que les sucedió después que dél se partieron. Como e-
ran muchachos, fuéronse con su madre a un lugar llamado
Pechátaro, y de allí llegaron a los pueblos siguientes: a Sauinan y
Cheran y a Sypíyatio y a Matoxo y a Zaueto, donde había un mer-
cado y había allí unos pocos de chichimecas que estaban en el monte
y fuéronse allá a vellos; y como no tuviesen qué comer, fuéron-
se los muchachos al mercado. Y siendo hijos de señores, anda-
ban huérfanos y comían lo que hallaban caído por el mercardo,
de raíces medio mascadas que se hallaban, y de algarrobas que
estaban medio pisadas, que traía la gente entre los pies,
y aquello comían. Si estaban comiendo en el mercado, en alguna
parte, llegábanse allí entre medias y cogían de las migajas
que dejaban los otros y ruciábanlos con caldo los que es-
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