Zirútame". Y fueron a casa de aquel su tío, pariente de su madre, y prometieron lo mesmo que en las otras partes y oyéndolo aquel su pariente, lloró muy fuertemente y abrazóse con ellos y díjoles: "¡Ay señores Hyrypan y Tangáxoan, seáis muy bien ve- nidos! Traé leña para los cúes. ¿Cuándo los señores se suelen al- quilar y ir al monte por leña? Yo os trairé leña del monte a vosotros y haré vuestras sementeras y traeré vuestros hijos a cuestas y se- ré vuestro esclavo y os buscaré hachas y cinchos para que traigáis leña para los cúes". Este los recebió de verdad y díjoles: "ahí está nuestro dios Curícaueri en Pázquaro y los señores chichimecas, sus hermanos. Id, lle- vadles leña a sus cúes". Y empenzaron de traer leña del monte y llevábanlo a los cúes de Curícaueri a Pázquaro. Y como pregun- tase de contino Taríacuri por sus sobrinos Hiripan y Tangáxoan, y como trujesen leña a los cúes de Pázquaro, ponían la leña a la puerta donde estaba el sacrificador, el cual dormía a la sazón, y tomaron unos cañutos de sahumerios y fuéronse a su casa. El siguiente día trujeron también leña a los cúes y así otras dos noches. A la tercera noche que traían su leña, cuando la trujeron, no dormían los sacerdotes viejos llamados Chupítani, Tecaqua y Nuríuan y dijeron entre sí: "mira aquellos mancebos, cuán hermosos son". Y como a la media noche trujesen su leña, pusiéronla allí y empen- zaron a tomar sus sahumerios, como era de costumbre en las casas de los papas. Y levantóse Chupítani con un cañuto de aquellos en la mano y fuése para ellos y díjoles: "bien seáis ve- nidos, hijos". Y ellos le saludaron así mesmo. Y díjoles:
|