"¿Dónde venis? ¿Dónde sois?". Y dijéronle: "de un lugar lla- mado Paréo". Y preguntóles: "¿cómo os llaman, hijos?". Dijo Hiripan: "¿por qué nos lo preguntas, agüelo? No sé cómo nos lla- man". Que así llamaban a los sacerdotes. Y dijo él "No lo digo sino por preguntar". Díjoles Chupítani: "no res- pondáis con enojo, hijos: ¿Cómo os llamáis? ¿No tenéis alguna vieja que os lo diga?". Respondió Tangáxoan: "¿por qué no, agüelo? Madre tenemos. ¿Por qué responde con enojo mi hermano? Yo me llamo Tangáxoan y mi hermano se llama Yripan, y mi padre se llamaba Aramen, y Çétaco se llamaba el padre de mi primo". Dijo el viejo: "¿qué decís, hijos? He a- llí donde está vuestro tío, aquel es vuestro padre y cada día pregun- ta por vosotros". Respondieron ellos: "así debe de ser, agüelos". Dijo el viejo: "quiéroselo ir a decir". Dijeron ellos: "ve, agüelo, y díselo". Y dijo Tangáxoan a su primo hermano: "Vámonos, que quizá se lo dirá y nos tomarán aquí". Y fuéron- se. Estaba Taríacuri en la casa de la vela, a un rincón, ve- lando en su oración con unas orejeras de oro en las o- rejas y unas cotaras en los pies, de cuero colorado. Y llegó atentando Chupítani al rincón y como lo sintió Ta- ríacuri, dijo": ¿quién anda ahí?". Díjole Chupítani: "señor, despierta un poco que han venido tus sobrinos Hiripan y Tangáxoan". Y dijo Taríacuri: "¿Pues, qués dellos?". Dijo Chupíta- ni: "señor, allí están asentados a la puerta". Díjole Ta- ríacuri : "a ver, llámalos". Y fuélos a llamar y ya se habían i- do, que no había nadie a la puerta. Y dijo Taríacuri: "pues,
|