padre y díjole que fuese bien venido. Y Taríacuri le dijo "estés en buen hora, señor". Y como llegó a su casa, sacóle luego de beber y be- bió cuatro tazas de vino blanco de maguey y como no había comido nada, luego se tomó del vino y emborrachóse y díjole Curátame, su hijo: "seas bien venido, padre. Aquí habemos de platicar un po- co". Y díjole su padre: "que me place, hijo, ¿qué quieres decir? Ya sabes cómo habemos vuelto de la persecución. Todos se juntaron para me perseguir. ¿No es esto lo que quieres decir? ¿Qué más habe- mos de platicar?". Entonces asióle de la garganta, su hijo y dijo: "¿qué dice este viejo?". Y dió con él un golpe en la pared y díjole: "¿eres tú el señor? ¿Para qué tienes gana de hablar? Ve- te a la laguna, vete a la laguna, que isleño eres". Y dióle otro golpe y dijo: "¿por qué tienes soberbia? ¿Eres señor?". Y ensañóse Taríacuri, porque era valiente hombre. Díjole: "sí, así es, yo no soy señor, mas soy isleño. Cómo, ¿tú eres señor? Tú de Corínguaro eres, y una parte tienes de un dios Tangáchuran. Tú, advene- dizo eres. Vete a tu pueblo de Corínguaro. Yo no soy señor, ni tú eres señor. Aquí están los que han de ser señores que son Yripan y Tangáxoan. Estos son los señores verdaderos". Y volvióse a su ca- sa Taríacuri. Y tornaron a traer todos los plumajes que lle- vaba para dar a su hijo; y no vino a Pázquaro, mas fuese a un barrio de Pázquaro llamado Cutú donde estaba un principal llamado Tariachu y dejóle su casa a Taríacuri. Y vino Curátame a ser señor en Pázquaro. Y andaban siempre en el monte Hiripan y Tan- gáxoan, que traían leña para los cúes. Y pasándose un año, tomó Curátame un malhechor y al décimoquinto día entró con él
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