y jicalas que tenían para dar de comer. Y miraron desde lo alto de la cuesta Hiripan y Tangáxoan y echaron de las cabezas la hierba con que venían cobiertos y pensaron que eran sus enemigos que les tenían alguna celada, viendo el polvo que se levantaba. Y levantaron sus banderas y conosciendo las banderas, las espías, dijeron: "de los nuestros son: ídselo a decir a Taríacuri, porque no caigan las mujeres y se lisien, que no son sino Hiripan y Tangáxoan". Y oyéndolo Taríacuri, to- móle gran risa y dijo a sus mujeres: "sosegad, madres, que no son sino mis sobrinos". Y riendo mucho, dijo: "¿por qué no somos más esforzados? Id a recebir a mis sobrinos y decidles que aguijen el paso". Y llegaron Yripan y Tangáxoan donde estaba Taríacuri y saludólos su tío. Y traían las espaldas desolladas de las ramas por don- de entraban, que era monte, y no venía toda la gente. Y díjo- les Taríacuri: "gran miedo nos tomó a todos con vuestras madres. Mirá qué esforzados somos que pensamos que érades de la laguna". Dijeron ellos: "ya lo vimos, señor". Y dijo Taríacuri a sus mu- jeres: "madres, ¿no sobró algo de la comida? ¿qué, se perdió?". Y dijeron ellas que sí habiá sobrado. Y díjoles Taríacuri que la trujesen, que sus sobri- nos venían muertos del hambre y que comerían todos. Y trujeron de comer de muchas maneras de comidas a Taríacuri, y comía aparte, y mandó llevar de comer a sus sobrinos y comieron. Después de co- mer llamólos y díjoles: "vení acá, hijos. ¿Cómo venís tan pocos? ¿Cómo, no sois más?". Respondieron ellos: "señor, partímonos en dos partes". Y díjoles Taríacuri: "¿no os hecieron saber de la fiesta de Curátame?". Dijeron ellos: "sí, señor. Ya nos lo hecieron sa- ber y nosotros dijimos: vámonos a tener nuestra fiesta a o-
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