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Datos para citar este texto:
Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Moisés Franco Mendoza (coord.), paleografía Clotilde Martínez Ibáñez y Carmen Molina Ruiz, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, p.459
Folio p en ediciones
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apesgaban hacia tierra; y empenzaron los maguéis, aun hasta los chi-
quitos, de echar en medio másteles largos que parescían maderos. Y em-
penzaron hasta las mochachas pequeñas de empreñarse, que aún no habían dejado
la niñez y tenían ya las tetas grandes como mujeres, por la preñez, y a-
si niñas como eran, traían hijos a las espaldas en sus cunas. Y empenzaron
las mujeres mayores de parir piedras de navajas y no hacían sino parir
navajas negras y blancas y coloradas y amarillas, todo esto parían.
Y empenzaron a hacer cúes por todas partes y estaban todos cercados de ra-
jas de encina. Y empenzáronse de emborrachar y llamaban las madres de
la nube negra, madre de la nube blanca y otra madre de la nube amari-
lla y otra madre de la nube colorada. Y estaban todos esparcidos, emborra-
chándose, como que no hubiera ningud viejo en el pueblo que les dijera: hijos, ¿qué es esto
que hacemos? En el tiempo pasado no solía ser así. Hagamos nuestra oración en la casa de los
papas y velemos y traigamos leña para los cúes. Mirá los agüeros que tenemos, que
no es buena señal, pues todo se perdió en Hetóquaro, el servicio de los dioses.
Y allí tampoco ha de haber rey. Y todo está desierto porque no llovió un año.
Y como eran de los nuestros, todos se perdieron por hambre, quel señor de Hararo
llamado Thicúricata y otro llamado Thiácani, los llevaron por esclavos.
Y por los males que hacían en Hetóquaro castigaron los dioses. Ya vi en ellos
que dieron hambre; que el que tenía cinco hijos empenzó a vendellos y daban
por un poco de maíz un hijo y dos tamales, y en acabando de vender
los hijos, vendían la mujer y dábanle un tamal; y a la postre no tenien-
do que dar, se vendían a sí mesmos porque les diesen de comer. Esto es lo
que hizo un señor llamado Ticúricata y otro Thiácani de Hararo, y por esto
quedó desierto Hetóquaro. Así mesmo en el pueblo de Vániqueo, murió el
señor llamado Sycuindi cuma y dejó sus hijos llamados Cócopara y
Pacús quaçita zancápara. [tachado] No ha de ser señor ninguno dellos, mas
ha de quedar todo desierto. Así mesmo en Cumachen era señor Hen-
ziua y murió y dejó tres hijos llamados Tangáxoan, Nondo y Carata.