Tampoco ha de ser señor ninguno dellos. Los cuales entran en el pueblo de Erónguariquaro y se hacen amigos dellos y, tomando enjemplo en los del pueblo, se asientan a emborrachar. Y lo que era de los chichimecas asentarse a emborrachar, que ninguno podía beber de aquel vino que era de aquel dios Tarés Vpeme, dios de Cumachen, que era muy gran dios, porque los dioses estándose emborrachando en el cielo le echaron a la tierra y por esto estaba cojo este dios, pues de aquel vino quél bebía no podía beber otro, sino él. Y el atabalero llamado Zizanba lo bebe y anda borracho por su casa, y otro sacrificador. Allí tampoco en Cu- machen, habrá señor. Buscad, hijos, petacas para echar los despojos que les habemos de quitar en la guerra. Señores Hiripan y Tangáxoan, tan- tos despojos habrá que no tendremos en qué echallos. Mirá tam- bién el pueblo de Zacapu donde estaba un señor llamado Caró- comaco, aquél no le viníe de ser señor mas era de baja suerte y un pobre mendigo: ¿dónde dejó de dormir que no dormiese, por todas las sierra, por soñar algud sueño? Y nunca tuvo revelación ni sue- ño. Y vino al pueblo de Zacapu y empenzó a traer leña para los cúes de Querenda angápeti. Y traía la leña y poníala por todo el patio, y llegó al medio del patio a dormir con su leña, donde estaba el madero muy largo donde descencían los dioses del cielo; y después dormió más adelante, en un asiento llamado Vanáquaro, y a- sí cada noche se iba llegando al cu de Querenda angápeti. Y llegó donde estaba Sirunda arán mensajero del dios Querenda angá- peti, y estando al pie del cu tampoco tuvo sueños. Y después em- penzó a sobir por las gradas dél. En cada grada dormía una noche por tener algud sueño y faltaba poco para llegar a lo alto del cu y vídole venir la diosa Péuame, mujer de Querenda angápeti, y dijo a Syrunda arán: "ven acá; ¿no ves que sube un hombre que lle- ga ya acá, encima del cu? Yo no sé su nombre. Yo no sé cómo
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