abajaban los dioses del cielo a comer sangre, y flechábanse
y yo reñí con ellos, y enojáronse comigo diciendo: ¿qué es lo que dice
Taríacuri? ¿Cómo, no lo dice lo que dice, confiando en la laguna? ¿Cuán-
do le daríamos de coces y le conquistaríamos? Traigamos diferenci-
as entre nosotros, [o] compongámonos, ¿qué se le da a él? ¿Para qué nos dice nada?
Estos plumajes que tenemos y atavíos, no los quitamos a nadie por fuer-
za, mas dejáronnoslos nuestros padres y por eso hacemos fiestas co-
n ellos. Esto es lo que dicen en los dichos pueblos que eran de los nuestros,
y por eso no habrá más de tres señores que seréis vosotros. Id, hijos,
y entrad en las casas de los papas a vuestra vela y oración". Respon-
dieron Yrepan y Tangáxoan: "así será, señor, como dices". Y fuéron-
se a sus casas y empenzaron a traer leña para los cúes. Todo este ca-
pítulo pasado tenía el caçonzi en mucha reverencia y
hacía al sacerdote, que sabía esta historia, que se la contase
muchas veces y decía que este capítulo era dotrina de los señores
y que era aviso que había dado Taríacuri a todos ellos.
[XXIII]
COMO LOS ISLEÑOS ENVIARON UN PRINCIPAL LLAMADO ZAPIUATAME A PONERSE DEBAJO
DEL MANDO DE TARIACURI Y FUE PRESO Y COMO ANDABAN HACIENDO SALTOS HIREPAN Y TANGAXOAN CON SU GENTE
[ LAMINA XV ]
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