muchos conejos y venados y tuzas. Y fueron donde estaba Hiry- pan y Tangáxoan, los mensajeros, y saludaron los mensajeros y dijéronles que viniesen en buen hora. Y los mensajeros les dije- ron: "señores, vuestro tío nos envía". Y dijeron ellos: "¿qué dice nuestro tío?". Dijeron los mensajeros: "que vaís a él, que os quiere hablar". Y ellos par- tiéronse luego y llegando donde estaba Taríacuri, él los saludó y dijo que fuesen bien venidos; y ellos así mesmo a él, y diéronle to- da aquella caza. Y díjoles Taríacuri: "mucha pena me habéis dado. ¿Dónde habéis andado haciendo fuegos y ahumadas? ¿Qué fuera si nos viéramos en algud trabajo? ¿Que tantos andáis? ¿Qué soí[s] vosotros siendo tan pocos? Mirá que está aquí Curícaueri y nuestros enemigos están aquí muy cerca de nosotros en Yzí parámucu y Curíngua- ro. ¿Qué fuera si os llevaran a todos?". Respondieron Hiripan y Tangáxoan: "no, señor padre, ¿quién nos había de llevar? Todo es- tá sosegado; nuestras espías teníamos puestas". Díjoles Taríacuri: "pues hijos, ¿qué lugar es donde estáis?". Dijeron ellos: "muy buen lugar es todo; hay muy buenos árboles monteses y andan conejos por allí y muchos venados y muy hermosos pájaros, que es lugar que convida para estar en él". Díjoles Taríacuri: "pues, hijos, ¿paresce- os que estaréis allí bien?". Díjeron ellos: "muy bien estamos, que allí trairemos leña para los cues". Díjoles Taríacuri: "pues estad en buen hora, hijos, y poné vuestras espías siempre, porque no haya alguna revuelta, que me daréis mucha pena y tristeza". Di- jeron ellos: "no daremos, padre". Y sacáronles de comer y comieron y hízoles sacar petates para las espaldas, para la le- ña que habían de traer del monte, y cinchos. Y tornáronse donde estaban primero. Pasados algunos días, no sé dón- de hubieron Hiripan y Tangáxoan maíz, de un lugar
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