oro en tus orejas y brazaletes de oro en los brazos'. Y díjole que le daría todas las insignias de los señores. Esto es lo que soñé, padre". Oyen- do esto Taríacuri, díjole: "señor Tangáxoan, dichoso tú: ¿dónde tomaste aquella leña para los fuegos? ¿Cómo no dejaste algud troncón? Y yo, vie- jo como soy, arrancaría las raíces de aquel troncón por la virtud que tiene aquel árbol, pues que por él tuviste el sueño que tuviste. Todo lo que yo he trabajado en traer leña para los cúes, todo fué para ayudar- te a ti. Aquella que dices no es vieja, mas es la diosa Xarátanga. ¿Cómo la podrás traer, que hay muchos peligros en el camino; cómo has de entrar allá que es todo tierra de guerra y hay infenidad de gente? Vé y escombra sus cúes y su asiento y pon allí encienso y haz allí fuegos en aquel lugar y ahumadas, que ella los olerá cuando veniere". Díjole Tangáxoan: "ya yo he limpiado todo aquel asiento". Y preguntó Taríacuri a Tangáxoan [sic] qué había soñado y díjo- le: "tú, señor Hiripan, ¿qué has soñado?". Dijo él: "yo también estaba al pie de una encina, y yo también puse mi carcaj de flechas allí cerca y estaba arrimado al pie del encina y no sé quién, uno que parescía señor, que estaba todo entiznado, el cual llegó a mí y te- nía un cuero blanco por guirnalda y un bezote pequeño y díjo- me: 'despierta, Hiripan, ¿cómo, dices que eres huérfano?, pues ¿cómo duer- mes? Despierta. Yo soy Curícaueri ; ponme plumajes en la cabeza y en las espaldas, plumajes de garzas blancas, háceme merced y yo también te haré merced y te haré tu casa y trojes y estarán man- tenimientos en tus trojes y ensancharse ha tu casa y tendrás escla- vos en tu casa y viejos. Y yo te haré merced, que te pondré orejeras de oro en las orejas y plumajes en la cabeza y collares a la gargan- ta. Esto será así, Hiripan'. Esto es lo que soñé, padre". Oyendo esto Taría- curi, le dijo: "señor Hiripan, pues segud esto, vosotros habéis de ser
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