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Datos para citar este texto:
Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Moisés Franco Mendoza (coord.), paleografía Clotilde Martínez Ibáñez y Carmen Molina Ruiz, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, p.504
Folio p en ediciones
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y por hachas traían unas piedras agudas en las manos. Y comían hierbas
los señores chichimecas Hiripan y Tangáxoan y Hiquíngaje, y traían pues-
tas unas mantas de [hierbas] muy bastas y gordas. ¿Dónde habían de haber
mantas blandas, y la insignia de honra que son los bezotes? ¿Dónde los
habían de haber ricos? Porque traían unos palos puestos por bezotes, por
ser señores. Y las mujeres, sus madres, dicen que traían zar-
cillos de las raíces de maguey diciendo que eran zarcillos, y ansí
dicen que vivían aquellos señores y señoras, sus hermanas. Ay, ay, mirá, que comían
hierbas, las que se llaman apúpata xaquá y acunba, patoque, coroche,
zímbico, ¿qué hierbas dejaron de comer? Aun hasta otra hierba llamada
sirúmuta, comían. Con esto ensancharon los pueblos y moradas. Y ellos
quitaron para mí, a los enemigos, las mantas y los mantenimientos y aho-
ra sois caciques con grandes bezotes, que estendéis los bezos para que parezcan
mayores. Mejor sería que os pusiésedes máscaras. Pues que os contentáis
con tan grandes bezotes, traéis todos vestidos pellejos y nunca los
dejáis ni os los desnudáis, mas andáis empellejados. ¿Cómo habéis
de tomar los cativos, siendo valientes hombres como lo sois? ¿No os
los quitaríades y os pondríades unas mantas por los lomos desnudos para el
trabajo? Y tomaríades vuestro arco y flechas y os pondríades vuestros jubones de
guerra, que así anda nuestro dios Curícaueri, y así iríades a la guerra a
defendelle en las batallas. ¿Cómo habéis de ser valientes hombres? Ya
os habéis tornado todos ingratos porque sois ya caciques y señores;
y amáis vuestros cuerpos por no trabajallos, y yendo a la guerra os
tornáis del camino y venís mintiendo al caçonzi y le decís: señor,
désta y désta manera está el pueblo que conquistaste. Y con lo que vienes men-
tiendo engañas al rey que te repartió la gente y te hizo cacique. ¡Ay
ay! , esto es así, vosotras gentes que estáis aquí. Ya yo he cumplido por
el caçonzi en lo que os había de decir, que suyas son estas palabras. To-
mad los malhechores y mataldos, que yo lo mando así". Y respondí-
an todos que era bien hecho. Y mandaba aquel susodicho sacer-
dote que llevasen a la cárcel los que se llamaban vázcata, que