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Datos para citar este texto:
Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Moisés Franco Mendoza (coord.), paleografía Clotilde Martínez Ibáñez y Carmen Molina Ruiz, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, p.505
Folio p en ediciones
134 v 505

eran de los malhechores y algunos cativos para sacrificar en la
fiesta general de Cuyngo. Y los otros que condenaba a muerte, los a-
chocaban con una porra y arrastrábanlos después de muertos y
llevábanlos a los herbazales donde los comían los ádives y auras
y bueitres. Y eran dedicados aquellos al dios del infierno. Y llegan-
do la fiesta de Cuingo, bañaban aquellos encarcelados y dábanles a cada
uno una manta blanca, que se cubriesen, y otra camiseta colorada, que se
vestiese cada uno, y dos brazaletes de cobre y unos collares de cobre, que
les ponían, y unas guirnaldas de trébol con sus flores en la cabeza,
y dábanles a beber y a comer y emborrachábanlos. Y tañen sus ata-
bales, con ellos, los sacerdotes del dios del mar llamados Jupíencha. Y
después que los chocarreros habían peleado con ellos con sus rodelas y porras,
como se dijo en la fiesta de Cuingo, los sacrificaban y se vestían sus pelle-
jos y bailaban con ellos. Después que se habían hecho en este dicho día la
justicia general de aquellos que habían muerto con las porras, íbase a-
quel sacerdote mayor a la casa del caçonzi, y el caçonzi le saliá a re-
cebir y le daba las gracias y hacía la salva a los dioses. Y después
le daba de comer a él y a todos los que estaban allí con él.


[ LAMINA XXV ]