dijere que fué por leña para los cúes, diras: 'ay, señor, cierto es que debe ser ido'. Y en amanesciendo, vete tras él y dale estas mantas que te he liado aquí y dirásle: 'señor, toma estas mantas y estas cota- ras y este plumaje para la cabeza y esta camiseta que te pongas y este cincho y petate que le traía a mi hermano'. Y él te dirá: 'señora, ¿qué se ha de poner tu hermano?'. Dirásle: 'señor, allí tengo más que se pondrá; yo no tengo de tornar esto a casa, quizá es ido muy lejos al monte por leña para los cues'. Y vente como pudieres. Y vendréis hasta el monte y diráte: 'señora, ¿has de venir esta noche?'. Dirás tú: "¿por qué no, señor? Cómo, señor, ¿no estamos aquí para bailar cinco días?". Y diráte: "oh, señora, ¿no te habías de ir a tu casa?". Y dirás: "señor, ¿por qué no me tengo de ir? Ma- ñana volveré, que aquí dormiré". Esto es lo que le dirás. Y cuando saliere fuera contigo, apártale del camino y allí dormiréis y estando dor- miendo, córtale la cabeza con una navaja destas que llevas". Y partió- se la mujer y llevó liadas las mantas, puestas a las espaldas, y llegó a Corínguaro. Y cuando llegó era ya media noche y echóse allí a las puertas de los papas y entró el sacrificador a hacer su sermón a- costumbrado y empenzaron a cantar con los esclavos y entraron las mu- jeres y empenzaron a bailar asidos de las manos, mujeres y hombres. Y llegada la fiesta de Húnispéransquaro púsose una manta blanca, Can- do, y todos los señores pusiéronse, todos en orden para bailar, y guia- ba la danza un señor dellos llamado Vresqua y siguíale otro señor llamado Cando, de los más prencipales, y todos tenían guirnaldas de trébol en las cabezas. Y llegóse la mujer de Cando a bailar con su mari- do y dieron una vuelta y asentáronse donde estaba la mujer de Páz- quaro. Entonces atavióse muy [bien]. Púsose un collar de turquesas al cue- llo y otros sartales a las muñecas y unas nauas de encarnado y púsose los cabellos entranzados alrededor de la cabeza y púsose
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