echaban aquella sangre en las dichas fuentes. Después de hecho el sacrifi- cio, salían aquellos dos llamados hauripicípecha, que quiere decir quita- dores de cabellos, y andaban tras la gente, hombres y mujeres, y cortábanles los cabellos con unas navajas de la tierra. Y éstos andaban todos embija- dos de colorado y unas mantas delgadas en las cabezas y tomaban de aquellos cabellos que habían quitado y metíanlos en la sangre de los que se habían sacrificado y echábanlos en el fuego. Y después, el siguiente día, bailaban vestidos [con] los pellejos de los esclavos sacrificados. Y emborrachábanse cinco días. Y por el mes de Charápuçapí llevaban ofrendas por los dichos sa- crificados. Y en otra fiesta llamada Cahériuapánsquaro, bailaban con unas cañas de maíz a las espaldas. Iba esta diosa [a] dos fiestas, con sus sacer- dotes, a la ciudad de Mechuacán, por la fiesta de Cuingo y Coríndaro, y allí le daban dos esclavos en ofrenda para su sacrificio. Asimesmo esta diosa Cuerávaperi se revestía en alguno, de improviso, y caíase a- mortecido y después íbase él mismo a que le sacrificasen y dábanle a be- ber mucha sangre y bebíala. Y entraba en hombres y mujeres, y és- tos que así tomaba, de dos o tres pueblos, de tarde en tarde se los sacrificaban diciendo que ella misma los había escogido para su sacrificio. Era tenida en mucho en toda esta Provincia y nombrada en todas sus fábulas y ora- ciones y decían que era madre de todos los dioses de la tierra y que ella los envió a morar a las tierras, dándoles mieses y semillas que trujesen, co-. mo se ha contado en sus fábulas. Tenía sus cúes en el pueblo de Araro y otros pueblos, y su ídolo principal en un cu que está en el pueblo de Çinápequaro, encima de un cerro donde parece hoy en día derribado, y decía la gente que esta diosa enviaba las hambres a la tierra.
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