la cirimonia de la guerra: de salir aquellos sacerdotes lla- mados cuyrípecha a echar encienso en los braseros, con la cirimo- nia y orden que se dijo en la fiesta de Curícaberi de Sicuín- diro. Y hacían todas estas cirimonias porque sus dioses diesen enfermedad en los pueblos de sus enemigos, donde habían de ir a conquistar y hacían la presente oración: "¡oh dioses del quinto cielo, cómo no nos oiréis de donde estáis, porque vosotros sois solos rey[e]s y señores [y] vosotros solos limpiáis las lágrimas de los pobres!".
Y decía estas mismas palabras a las cuatro partes del mundo y al infierno. Y hacían la cirimonia del encienso dos no- ches y después de haber acabado sus oraciones, echaban to- das aquellas pelotillas de olores en los fogones que ardían delante de los qúes. Y este día, que este sacerdote llamado hirípati hacía estas oraciones, a la misma hora, las hacían en toda la Provincia los otros sacerdotes de este oficio llamados hirípacha. Llegada, pues, la fiesta de Hanzíuansquaro, ataviábase el cazonçi y enviaba por toda la Provincia que viniese la gente de guerra y llevaban los correos llamados vaxánocha, este mandamiento del cazonçi por toda la Provin- cia. Y llegando a los pueblos, juntaban la gente y amones- tábanles que obedeciesen al caçonçi y que no pasase ninguno su mandamiento y que se aparejasen todos. Y todos esta- ban esperando estos correos que inviaba el cazonçi y hací- an todos, aquella noche, la cirimonia de la guerra y ponían en- cienso en los braseros y los sacerdotes llamados tiuímencha, llevaban su dios más principal del pueblo al qu o templo y luego, por la mañana, se partía el cacique con su gente, que él iba por capitán, y llevaba sus prencipales que contasen la gente
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