Llegada la fiesta de Hiquándiro, inviaba el caçonçi mandami- ento general por toda la Provincia para la leña de los qúes, y en diez días la ponían en los patíos, compuesta. Y llegában- se todos los caciques de la Provincia a la cibdad, con todos los dioses de los pueblos, y ataviábanse todos los sacerdo- tes que traían los dioses a cuestas y sobían a los qúes. Y ata- viábanse todos los valientes hombres, entiznábanse todos y poníanse en las cabezas unas guirnaldas de cuero de ve- nado o de pluma de pájaros. A cada uno destos valientes hombres encomendaban un barrio, que era como capitanía, y iba con cada barrio un principal que llevaba la cuenta de cada barrio y conoscia los vecinos dél. Iban a esta con- quista los de Mechuacan y los chíchimecas y otomies quel ca- zonçi tenía subjetos y matlalçingas y vétamaecha y chon- tales y los de Tuspa y Tamaçula y Capotlan. Y enviaba el cazonçi con toda la gente su capitán general y aquél llevaba otro tiniente suyo. Y encomendaban a toda la gente que [l]levasen todas las vituallas y los arcos e flechas e rodelas y harina e pan de bledos y ofrendas quel caçonçi inviaba para los dioses que iban a la guerra. Cada pueblo se llevaba sus vi- tuallas y así se partía toda aquella gente de los pueblos y por los pueblos que pasaban les sacaban al camino mucha comida, y antes que llegasen donde habían de sentar el real, juntá- banse todos y entiznábanse toda la gente y los sacerdo- tes que llevaban los dioses, y componíanse todos: unos se ponían penachos blancos de garzas blancas, otros plumas
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