de águilas, otros plumajes de papagayos colorados. Y tomaban los de la cibdad doscientas banderas de su dios Curícaveri, de plumas blancas, y de Cuyacan cuarenta, y de Pázcuaro cuaren- ta. Y sacaban cuarenta varas de palo recio que tienen unas puntas, y eran dos brazas en largo, y tenían unos ganchos. Y llevaban estas varas los valientes hombres y toda la gente lle- vaba unas porras de encina. Otros, en las cabezas de aquellas porras, ponían muchas puyas de cobre, agudas. Y sacaban sus rode- las hechas de pluma de muchas aves: unas blancas de garzas blan- cas que eran de Curícaveri; otras coloratadas de papagayos colorados; otros de unos pajaritos de color dorada y verdes. Y todos los valientes hombres se vestían unos jubones de algodón, y la otra gente común unos petos de algodón; y los señores y valientes hombres se ponían jubones de pluma de aves ricas. Y hacían una solene fiesta y alarde, y hacían un camino real muy ancho para la gente y señores que iban de Mechuacan. Y llegaban donde tenían sentados sus reales y durmían allí aquella noche, y a la mañana, llegábase toda la gente de gue- rra y componíase el capitán general del cazonçi; poníase en la cabeza un gran plumaje de plumas verdes y una rodela muy grande de plata a las espaldas y su carcaj de cuero de tigre y unas orejeras de oro y unos brazaletes de oro y su ju- bón de algodón encarnado y un mástil arpado de cuero por los lomos y cascabeles de oro por las piernas y un cuero de ti- gre en la muñeca, de cuatro dedos de ancho, y tomaba su arco en la mano. Y estaban todos los caciques cada uno con su gente que habían traído de los pueblos, y habían dejado un lugar en medio de todos ellos. E venían cinco sacer- dotes de Curícaveri, compuestos, y cuatro de Xarátanga.
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