de encomendar la leña de los qúes. He aquí la traza de los pueblos que se han de conquistar. Esto es lo que le dijeron a nuestro dios Curícaveri cuando le engendraron: que vaya con sus capitanías en orden, de día, y que vaya en medio nuestra diosa Xarátanga, y los dioses primogénitos que vayan a la man[o] derecha, y los dioses llamados Viránbanecha, que vayan a la mano izquierda, y todos irán de día, donde les es señalado a cada uno, donde tie- nen la gente de sus pueblos. Pues, mirá, vosotros gente común, que no quebréis estos mandamientos y que no os apartéis de vuestros escuadrones, porque si os fuéredes alguna parte o con- tradijéremos al mandamiento del cazonçi, aparejaos a sufrir vos- otros caciques que sois los capitanes. Esto es lo que os he dicho [a] vosotros caciques e gente común; ya con esto cumplo y ya yo esto[y] libre de lo que me mandó el cazonçi y de las palabras que truje con nuestro dios Curícaveri". Y acabando su razonamiento, asen- tábase en su silla y respondiendo todos: que era muy bien dicho. Después que se había sentado, levantábase el señor de Cuyacan y decía a toda la gente: "ya habéis oído al que está en lugar de Cu- rícaberi. Ya ha cumplido con lo que os ha dicho; mirá que no lo tengá- is en poco, vosotros los de Mechuacan y Cuyacan e Pázcuaro y vosotros caciques de todas la cuatro partes desta Provincia, y vosotros matlalcingas y otomies y ocúmuecha y vosotros chí- chimecas. Yo, en esto que os digo, no hago más de aprobar lo que ha dicho el que está en lugar de nuestro dios Curícaveri, que es el cazon- çi. Si de miedo de los enemigos os volvéis, mirá que nuestro rey hizo oración en la casa de los papas; mirá que no tornaremos todos a los pueblos, que algunos morirán en esta batalla y a otros les pondrán el palo y la piedra en el pescuezo, que son los
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