para cuando los habían de acometer, o unas ahumadas o algu-
na corneta que tocaban. Decían los capitanes: "levantaos to-
dos". Entonces juntábanse de una parte e de otra las celadas que es-
taban al cabo y tomaban en medio toda aquella gente que habían
salido de los pueblos y cativábanlos. Y los otros delanteros pasa-
ban adelante y entraban en las casas y cativaban todas las mu-
jeres y muchachos y viejos y viejas y ponían fuego a las casas des-
pués de haber dado sacomano al pueblo y tomaban ocho mil ca-
tivos aquella vez, o diez y seis mil, y ponían miedo grande
en los enemigos. Y traían todos estos cativos a la cibdad de Mechua-
can, donde los sacrificaban en los qúes de Curícaberi y Xarátan-
ga, y los otros dioses que tenían allí en la cibdad y por la Provincia. Y
guardaban los mochachos y criábanlos para su servicio, para hacer
sus sementeras. Los viejos y viejas y los niños de cuna y los heridos,
sacrificaban antes que se partiesen en los términos de sus e-
nemigos, y cocían aquel[l]as carnes y comíanselas.
[VI]
CUANDO METIAN ALGUNA POBLACION A FUEGO Y SANGRE
[ LAMINA XXXIII ]
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