y flechas, y enterraban aquellas ollas, y después juntábanse to-
dos sus parientes del muerto, en su casa, y consolábanse y decían
ansí: "como han quisido hacer los dioses, que ya murió y se des-
ató allá, murió en la guerra, hermosa muerte es y de valentía es,
¿cómo nos dejó? ¿Cómo otra vez vendrá el pobre?". Decían a la mujer: "está y vive en esta casa
algunos días y está viuda algunos días, mirando cómo va tu
marido camino, y no te cases." Esto le dicían a la mujer para conso-
lalla: "barre el patio porque no salga yerba; no tornes a desente-
rrar a tu marido con lo que dijeren de ti, si eres mala, porque e-
ra conoscido de todos tu marido y a ti te hacía conoscer; por
él eres conoscida."
[VIII]
DE LA JUSTICIA QUE HACIA EL CAZONÇI
[ LAMINA XXXV ]
|