Dicho se ha arriba, en la segunda parte deste libro, de la justicía
general que se hacía de los malhechores y no se acabó de decir
todo; por eso puse aquí este capítulo. Si algún principal
tomaba alguna mujer de las del cazonçi, mandábale mactar y
a sus hijos y mujer y parientes, y todos los questaban en su casa,
diciendo que habían sido todos traidores y habían sido mezqui-
nos, que no le habían avisado ninguno de lo que hacía aquel pre[n]-
cipal. Y tomábale toda su hacienda y todas sus sementeras
y era todo para la cámara e fisco del cazonçi, y quitábale la in-
sinia de valiente hombre.
Si otro había cometido algun pecado no muy grave, encarce-
lábanle solamente algunos días. Si era un poco más grave, des-
terrábanle y quitábanle las insinias de valiente hombre: el bezote
y lo demás. Y a su mujer quitábanle las naguas y dejábanla des-
nuda y aquellos vestidos eran del mensajero quel cazonçi in-
viaba a hacer esta justicia a los pueblos.
Si algún maçegual había hecho algún delito, o algún cacique o
o prencipal de los de la provincia, traíanle al sacerdote mayor y él
lo hacía saber al cazonçi, y él le sentenciaba, si era verdad. Y a otros
mataban en los mismos pueblos que habían hecho el delito. Envíaba el
cazonçi un mensajero llamado vaxánoti, que era oficio por sí, y
entiznábase todo e tomaba un bordón, y llegaba a la casa del de-
lincuente y prendíale, y luego le quitaba el bezote y orejeras de
oro y decía el delincuente: "¿por qué me tractas así, señor?". Decía
el otro: "yo no sé la causa, que no se quejaron a mí; yo inviado soy
porquel rey ha dado sentencia." Y acogotábale con una porra
y a otros mandaba arrastrar el cazonçi. Y déstos, unos enterraban,
otros se los dejaban para que se los comiesen los ádives y auras, según
que mandaba el cazonçi, Y otras veces iban los sacerdotes a hacer
esta justicia.
Y el que era hechicero, rompíanle la boca con navajas y arrastraban
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