Muriendo algún cacique en los pueblos de la provincia, venían sus hermanos y parientes a hacello saber al cazonçi, y traían- le su bezote de oro y orejeras y brazaletes y collares de turque- sas, que eran las insinias de señor, que le había dado el cazonçi cuando le criaban señor. Y como traían aquellas joyas, llevabánlas e poníanlas con las joyas del cazonçi y decía el cazonçi: "ya murió el pobre, sea como han quisido los dioses, pues que quedó la gente, no es mucho: barra su mujer su casa y esté aderezada como si él fuera vivo. Y porque no se devidan y se desperdicie la gente de aquel pueblo, pruebe otro a tener su oficio". Y poníanle delan- te cinco o seis parientes suyos y hermanos del muerto, o de sus hijos o sobrinos, y decía el cazonçi: "¿quién destos será?". Decíanle al cazonçi: "señor, tú lo has de mandar". Y encomendaba aquel oficio al más discreto, el que tiene más tristezas consigo, según su ma- nera de decir, que es el más exprimentado y el que era más obidiente. Y llamaba el cazonçi [a] los sacerdotes llamados cúritiecha y de- cíales: "llevalde al pueblo y contadle la gente que ha de tener en cargo". Y mandábale dar, entonces, el cazonçi, otro bezote nuevo de oro y orejeras y brazaletes y decíale: "toma esto por insinia de honra, que traigas contigo". Y amonestábale lo que había de hacer y decíale desta manera: "oyeme esto que te dijere: sé obidiente y trae leña para los qúes, porque la gente común esté fija, por- que si tú no traes leña, ¿qué ha de ser dellos, si tú eres malo? Entra en las casas de los papas a tu oración y retén los vasallos de nuestro dios Curícaveri, que no se vayan a otra parte, y no comas tú solo tus comidas; mas llama la gente común y dales de lo que tuvieres; con esto guardarás la gente y los regirás. No hagas mal a la gente. Porque te tengan reverencia. Ya has
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