oído esto que te he dicho; guarda estas palabras. Basta esto, hermano, que te he dicho; vete a tu casa." Respondía el que había de ser cacique y decía: "ansí será, señor, como mandas. Quiero probar yo cómo lo haré". Acaban- do el cazonçi su amonestación, decíale su gobernador o el sacer- dote mayor, al cacique nuevo: "vete hermano, y ya has oído al rey. No se te olvide lo que te ha dicho. No tomes las mujeres del cacique muerto. Y ve que tu has de entender en las guerra; ten más cuida- do en esto que en tomar mujeres". Y respondía: "sea ansí, agüelo, yo me iré". Y iba un sacerdote con él, de los que se llamaban cúritiecha, a metelle en el señorío y dábale mantas el cazonçi y a su mujer naguas. Y llegaban al pueblo y ayuntábase toda la gente, sa- ludaban al sacerdote y al nuevo cacique y decíales desta manera aquel sacerdote, estando en pie: "oíme, gente del pueblo, ya murió el pobre de vuestro cacique que os tenía en cargo, cómo, ¿matóle alguno con alguna cosa? Ninguno le mató, mas él murió de su muerte natu- ral y de su enfermedad, lo cual supo el rey, y mandó a éste que es- tá aquí que os ha de tener a todos en cargo, que no es de agora po- nelles regidores a la gente común, que de muchos tiempos es. Mi- rá que no empecéis a desobedecelle a éste por ser muchacho, mirá que se quejará al cazonçi y que os matará por su mandado, si no fué- redes obidientes. Obedecelde y entrad en la casa de los papas a vuestras velas y tened fuertemente sus azadas, que es: hacedle sementeras y no seáis perezosos en las guerras y mirá que nunca han de cesar de a- compañar en las guerras a nuestro dios Curícaveri. ¿Dónde se ha de ir a otra parte, que aquí tiene su vivienda Curícaveri? No [o]s arrepintá- is después de lo que os viniere por ser perezosos. Esto es ansí, no os juntéis ni mudéis con otros principales porque seréis to- mados y muertos por ello, y los que fuéredes adúlteros y hechiceros. Mirá que sois de muchos pareceres, gente común, esto es ansí. Mirá que no fue agora fingido este oficio de caciques; mas esto ordenaron
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