que sois muy antiguos; vosotros que tenéis sentido de los tiempos pasados, que no hubo aquí en este pueblo caciques perezosos ni gente perezosa. Sea agora ansí. Quejaos si no fuere ansí yo, el que debe ser, si no tomare vuestros consejos. Esto es ansí, viejos; sentid esto que os he dicho; mirá que ya he acetado este oficio y que estoy de voluntad". Acabando el cacique, levantábase un viejo antiguo que estaba en lugar del cacique y decía a la gente: "oidme gente del pueblo, lo que os dije- re. Ya habéis oído las palabras que han traido de la cabecera y cibdad de Mechuacan, donde está el rey, en lugar de nuestro dios Curícaveri. No os arrepintáis de lo que os viniere si no las oís y obedecéis. Mirá que es mancebo el cacique nuevo. Mirá que no lo desimulará; mas quejar- se ha al rey que tiene a todos en cargo". Y decía al cacique nuevo: "ple- ga a los dioses que vengas en verdad; aquí verás nuestra muerte, que somos ya viejos que no sabemos lo que habemos de vivir, aquí seremos tus padres y hablaremos en lo que nos encargares". Y decía a la gente: "¿qué decís, gente que estáis aquí? Ya habemos tornado a hallar padre y madre. Y vosotros, principales, dadle cuenta de la gente y con- tádselos todos los que tenéis encargo de los barrios en que vivís y no escondáis la gente. Mirá que no lo disimulará el cacique, mas mataráme a mí, o a vosotros. Hacedle sementeras porque dé de comer a los que vinieren a su casa. Cómo, ¿ninguno ha de entrar aquí en su casa? Mirá que vendrán mensajeros del cazonçi, que inviará, y sacerdotes y otros mensajeros; ¿con qué atapará su vergüenza? ¿Qué ha de dar de comer? Buscad mujeres que metamos en su casa, que ha- gan sus mazamorras a nuestro dios Curícaberi, y después comerá el cacique sus relieves, que le harán de comer a él, después de haber hecho las ofrendas de Curícaberi. Y harán mantas a Curícaveri para que se abrigue y después harán para el cacique. Para que se pon- ga y retenga el frío a Curícaberi, puesto a su lado. Esto es lo que os he dicho. Plega a los dioses que lo hayáis entendido. Yo, viejo que soy, no ha- go más de aprobar las palabras del rey". Y asentábase y comían to- dos en uno. Y iba el cacique nuevo con toda la gente a las casas de los
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