liberalidad ha de decir nuestro señor y rey? He aquí esta señora que es nuestra hija y nuestra señora, como es nos dada por mujer. No es dada por mujer, mas para que la criemos y que sea- mos ayos della. Ya os he oído, plega a los dioses que le poda- mos servir al rey, siendo los que debemos. Quizá no seremos los que habemos de ser y lo que ha hecho agora el rey, no lo di- ce, sino por la confianza que tiene en nosotros, aquí está mi hermano mayor y yo, ¿cómo nos habemos de apartar dél?; de nosotros es el vasallaje y echaremos las espumas por las bocas para entender en lo que los españoles mandaren, como sus siervos. ¿Cómo habemos de ser sus hermanos? Que nosotros en el principio fuímos conquistados de sus antepasados y sus esclavos somos, los isleños. Y llevábamos sus comidas a los rey[e]s, a cuestas, y hachas para ir al monte por leña y les llevábamos los jarros con que bebían y por esto nos empezaron a decir hermanos, por ser sus gobernadores, y entendíamos en lo que los rey[e]s nos mandaban. ¿Dónde es costumbre que los rey[e]s hablen por sí solos y no tengan oficiales? De nosotros es entender en los oficios, porque los viejos, de muchos tiempos, ordenaron esta manera: que hobiese oficiales y que no en- tendiese[n] en todo los rey[e]s. Agüelo, seas bien venido, y ansí se lo dirás a la vuelta a nuestro señor el rey. Plega a los dio- ses que os haya entendido esta señora y sus madres que están aquí. ¿Quién ha de ser más obidiente, mi hermano mayor o yo? ¿Cómo habemos de vivir, según las cosas que han inventado los espa- ñoles contra nosotros? Porque han traído consigo los señores que agora tenemos, prisiones y cárcel y aperre-
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