Muerto, pues, el cazonçi y sepultado, como se ha dicho, luego el día siguiente se juntaban todos los caciques de la Provincia en el patio del cazonçi muerto y juntábanse todos los señores más prencipales: el de Cuyuacan y todos los viejos y valientes hombres y los señores que estaban en las cuatro fronteras de la Provincia, parientes del cazonçi, y entraban en su acuerdo y de- cían: "¿qué haremos, señores?, ¿cómo ha de quedar disierta esta casa?, ¿ha de quedar escura y de niebla, que no ha de ser frecuentada? Cuando escon- dimos a nuestro señor y venimos aquí, si así nos volvemos a nuestras casas, ¿qué sentido llevaremos?". "Pues a coyuntura y sazón venistes aquí, señores, ¿cómo, no sería bueno que probase a ser señor el que está aquí presente?, ¿cómo ha de quedar desamparada esta casa?". Entonces daba sus causas el hijo del señor, por qué no lo había de ser y decía: "séalo mi tío, que tiene más es- piriencia, que yo soy muchacho". Respondía el hermano del señor muerto: "yo ya soy viejo, prueba tú a ser señor". Y decíale: "señor, ¿por qué no quieres ace- tar de ser señor?, ¿cómo ha de quedar desamparada esta casa? ¿quién ha de hablar en la leña de la madre Cuerápaperi y de los dioses engendradores del cielo, y de los dioses de las cuatro partes del mundo y del dios del infierno, y de los dioses que se juntan de todas partes y de nuestro dios Curícaberi y de la diosa Xarátanga y de los dioses primogénitos?, ¿y la pobre de la gente?, ¿quién la tendrá en cargo? Señor, prueba a sello, que ya eres de edad y tienes discreción". Y estaban cinco días hablando sobre esto, y emportunando que lo acetase. Y aceptaba y decía el que había de ser cazonçi y señor: "caciques y señores que estáis aquí, que habéis delib[e]rado que acete yo este cargo. Mirá, no [o]s apartéis de mí ni seáis rebeldes, yo probaré a tener este cargo. Si no os supiere regir, ruégo[o]s que no me matéis con alguna cosa, mas pacíficamente apartáme del oficio y quitáme el tranzado, ques in- sinia de señor. Si no fuere el que debo ser, si no rigiere bien la gente, si anduviere haciendo mal después de borracho, si hiciere mal a alguno, echáme desta casa mansamente. Esta costumbre suele ser y plega a los dioses que yo pueda regir la gente y tenellos a todos. Ya yo os he oído y hecho lo que ha- béis querido. Mirá caciques, que no [o]s apartéis de mí porque si os apartá-
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