Dice esta gente, que antes que viniesen los españoles a la tierra, cua- tro años continuos se les hendían sus qúes, desde lo alto hasta bajo, y que lo tornaban a cerrar y luego se tornaba a hender y caían piedras, como estaban hechos de lajas sus qúes, y no sabían la causa de esto, mas de que lo tenían por agüero. Ansímismo dicen que vieron dos grandes cometas en el cielo y pensaban que sus dioses habían de conquistar o destruir algún pueblo, y que ellos habían de ir a des- truille. Y miraba esta gente muncho en sueños, decían que sus dio- ses les aparescían en sueños y hacían todo lo que soñaban y hacían- lo saber al sacerdote mayor y aquél se lo hacía saber al cazonçi. Decía, que a los pobres que habían traído leña y se habían sacrificado las orejas, les aparescían en sueños sus dioses y les decían qué habían dicho: que les darían de comer y que se casasen con tal o tal persona, y si [e-] ra alguna cosa de agüero, no la osaban decir al cazonçi. Díjome un sacerdote que había soñado, antes que viniesen los españoles, que venían una gente y que traían bestias, que eran los caballos, que él no conoscía, y que entraban en las casas de los papas y que dormían a- llí con sus caballos, y que traían muchas gallinas que se ensuciaban en sus qúes, y que soñó esto dos o tres veces, con mucho miedo, que no sabía qué era, hasta que vinieron a esta provincia los españoles y llegando a la cibdad posaron en las casas de los papas con sus caballos, donde ellos hacían su oración y tenían su vela. Y antes que viniesen españoles, tuvieron todos ellos viruelas y sarampión, de que murió infinidad de gente y muchos señores, y cámaras de sangre de las vi- ruelas y sarampión. Todos los españoles lo dicen a una voz, los de aquel tiempo, y fué general esta enfermedad en toda la Nueva España, por eso les es de dar crédito a esto que dicen del sarampión y viruela. Dicen que nunca habían tenido estas enfermedades y que los españo- les las trujeron a la tierra. Ansí mismo el sacerdote susodicho me dijo, que habían venido al padre del cazonçi muerto, los sacerdotes de la madre Cuerábaperi questaba en un pueblo llamado Çinápequaro, y que le habían contado este sueño o revelación siguiente, del destruimiento y caí-
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