da de sus dioses, que aconteció en Vcáreo. El señor de aquel pueblo de Vcá- reo llamado Viquixu tenía una manceba, entre las otras mujeres que tenía, y vino la diosa Cuerávaperi, madre de todos los dioses terrestres, y que tomó aquella mujer de su misma casa. Decía esta gente que [to]dos sus dioses entraban muchas veces en sus casas y tomaban la gente para sus sacrifi- cios. Pues llevó esta diosa aquella mujer un rato, hacia el camino de México, allí en el dicho pueblo, y tornóla a traer hacia el camino de Araro. Entonces púsola allí y desatóse una jicala, como escudilla, que tenía atada en sus naguas, y tomó agua y lavó aquella jical, y echó un poco de agua en ella y echó dentro de la jical una como simiente blanca, e hizo un breba- je y dióselo a beber [a] aquella dicha mujer y mudóle el sentido y díjole: "vete, que yo no te tengo de llevar; allí está quien te ha de llevar; aquél que está allí compuesto; yo no te tengo de hacer mal ni sacrificar, ni tampo- co aquél que te lleva te ha de hacer mal, y oirás muy bien lo que se dijere donde te llevare, que ha de haber allí concilio, y haráslo saber al rey que nos tie- ne a todos en cargo, Zuangua". Y fuese por el camino aquella mujer y luego [se] encontró en el camino con una águila que era blanca y tenía una berruga grande en la frente. Y empezó el águila a silbar y a enherizar las plumas y con unos ojos grandes, que decían ser el dios Curícaberi, y salúdala el águila y díjole que fuese bien venida y ella también le saludó y díjole: "señor, estés en buen hora". Díjole el águila: "sube aquí, encima de mis alas y no tengas miedo de caer". Y como subiese la mujer, levantóse el águila con ella y empieza a silbar y llevóla a un monte, donde está una fuente caliente que hay en ella piedra zufre, y llevóla por aquel monte volan- do con ella. Y era ya que quebraba el alba cuando la llevó al pie de un monte muy alto que está allí cerca, llamado Xanóata hucazio, y levantóla en alto y vió aquella mujer que estaban asentados todos los dioses de la provincia, todos entiznados: unos tenían guirlandas de hilo de colores en la cabeza; otros estaban tocados; otros tenían guirnaldas de trébol; otros tenían unas entradas en las molleras; y otros de muchas maneras. Y tenían consigo muchas maneras de vino tinto e blanco de maguey y de ciruelas y de miel, y llevaban todos sus presentes y muchas maneras de frutas, a o-
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