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Datos para citar este texto:
Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Moisés Franco Mendoza (coord.), paleografía Clotilde Martínez Ibáñez y Carmen Molina Ruiz, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, p.313
Folio p en ediciones
36 v 313

da de sus dioses, que aconteció en Vcáreo. El señor de aquel pueblo de Vcá-
reo llamado Viquixu tenía una manceba, entre las otras mujeres que tenía,
y vino la diosa Cuerávaperi, madre de todos los dioses terrestres, y que tomó
aquella mujer de su misma casa. Decía esta gente que [to]dos sus dioses
entraban muchas veces en sus casas y tomaban la gente para sus sacrifi-
cios. Pues llevó esta diosa aquella mujer un rato, hacia el camino de México,
allí en el dicho pueblo, y tornóla a traer hacia el camino de Araro. Entonces
púsola allí y desatóse una jicala, como escudilla, que tenía atada en sus naguas,
y tomó agua y lavó aquella jical, y echó un poco de agua en ella
y echó dentro de la jical una como simiente blanca, e hizo un breba-
je y dióselo a beber [a] aquella dicha mujer y mudóle el sentido y díjole: "vete,
que yo no te tengo de llevar; allí está quien te ha de llevar; aquél que
está allí compuesto; yo no te tengo de hacer mal ni sacrificar, ni tampo-
co aquél que te lleva te ha de hacer mal, y oirás muy bien lo que se dijere
donde te llevare, que ha de haber allí concilio, y haráslo saber al rey que nos tie-
ne a todos en cargo, Zuangua". Y fuese por el camino aquella mujer
y luego [se] encontró en el camino con una águila que era blanca y tenía una
berruga grande en la frente. Y empezó el águila a silbar y a enherizar
las plumas y con unos ojos grandes, que decían ser el dios Curícaberi,
y salúdala el águila y díjole que fuese bien venida y ella también le saludó y
díjole: "señor, estés en buen hora". Díjole el águila: "sube aquí, encima
de mis alas y no tengas miedo de caer". Y como subiese la mujer, levantóse
el águila con ella y empieza a silbar y llevóla a un monte, donde está una
fuente caliente que hay en ella piedra zufre, y llevóla por aquel monte volan-
do con ella. Y era ya que quebraba el alba cuando la llevó al pie de un monte
muy alto que está allí cerca, llamado Xanóata hucazio, y levantóla en
alto y vió aquella mujer que estaban asentados todos los dioses de la
provincia, todos entiznados: unos tenían guirlandas de hilo de colores en
la cabeza; otros estaban tocados; otros tenían guirnaldas de trébol; otros
tenían unas entradas en las molleras; y otros de muchas maneras. Y tenían
consigo muchas maneras de vino tinto e blanco de maguey y de ciruelas
y de miel, y llevaban todos sus presentes y muchas maneras de frutas, a o-