tro dios llamado Curita caheri, que era mensajero de los dioses y llamában- le todos agüelo. Y parescíale aquella mujer que estaban todos en una ca- sa muy grande y díjole aquel águila: "asiéntate aquí y de aquí oirás lo que se dijere". Y era salido el sol y aquel dios Curita caheri se lavaba la ca- beza con jabón y no tenía el tranzado que solía tener. Tenía una guirnal- da de colores en la cabeza y unas orejeras de palo en las orejas y unas tina- zuelas pequeñas al cuello y una mancta delgada cubierta. Y vino su hermano lla- mado Tirípamenquanéncha con él, estaban todos muy hermosos, y saludáronle todos los otros dioses y decíanles: "señores, seáis bien venidos" y respondía Curita caheri: "pues, ¿habéis venido todos? Mirá, no se haya quedado alguno por olvido, que no hayáis llamado", y respondían: "señor, todos habemos venido." Tornaba también a preguntar: "¿han venido también los dioses de la man[o] izquierda?". Decíanles: "todos han venido, señor." Tornó a decir: "mirá, no se os haya olvidado de llamar alguno." Respondieron ellos: "todos hemos venido, señor". Dijo: "pues dígalo mi hermano lo que se ha de decir y yo me quiero entrar en casa." Y díjoles Tirípamequaréncha: "acercaos acá, dioses de la man[o] izquierda y de la man[o] derecha. El pobre de mi hermano dice lo que yo diré: el fué a oriente, do está la madre Cuerábaperi y estuvo algunos días con la diosa Cueraváperi y estaba allá Curícaveri, nuestro nieto, y Xarátanga y Huréndequavécara y Querenda angápeti. Todos estaban allá, los dioses, y probaron de con- tradecir los pobres a la madre Cuerávaperi, y no fueron creídos lo que querían hablar y fueron rechazadas sus palabras y no les quisieron re- cibir lo que querían decir: "ya son criados otros hombres, nuevamente, y otra vez de nuevo han de venir a las tierras"; esto es lo quellos querían contradecir, que no se hiciese y no fueron oídos, y dijéronles: "dioses primogénitos, esforzaos para sufrir. Y vosotros dioses de la man[o] izquierda, sea ansí como está determinado de los dioses, ¿cómo podemos contradecir esto questá ansí determinado? No sabemos qués esto. A la verdad no fué esta determinación al principio, questaba ordenado que no anduviésemos dos dioses juntos an- tes que viniese la luz, porque no nos matásemos y perdiésemos la deidad, y estaba ordenado entonces, que de una vez sosegase la tierra, que no se volviese dos veces y que para siempre se habían de estar ansí, que no se había de mudar. Esto
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