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Datos para citar este texto:
Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Moisés Franco Mendoza (coord.), paleografía Clotilde Martínez Ibáñez y Carmen Molina Ruiz, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, p.316
Folio p en ediciones
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hambre tengo". Y empezaron a dalle sangre y tenía la boca abierta y tra-
gaba aquella sangre que le daban, que sentían ellos que la pasaba por la
garganta, y tenía todos los bezos ensangrentados de la sangre que
le daban. Y empezaron a tañer sus trompetas y atabales y echaron encienso
en los braseros y trujéronla en una procesión cuatro vueltas, cantando con
ella y bañáronla y ataviáronla. Pusiéronle unas naguas muy buenas y o-
tra camiseta encima, y pusiéronle una guirnalda de trébol en la cabe-
za y pusiéronle un pájaro contrahecho en la cabeza, y unos cascabeles
en las piernas y trujeron mucho vino y empezáronle a dar de beber. Y
fuéronselo a decir a su marido, que era el señor de Vcario, questaba hacien-
do la cirimonia de la guerra, echando encienso en los braseros y díjoles, "¿Pues,
qué hay, viejos?". Dijéronle ellos: "la señora es venida". Dijo él: "ay, ay, ¿a qué hora vino?". Dijé-
ronle ellos: "señor, ahora, poco ha, vino". Dijo él: "bien está, hacéselo saber al sacer-
dote de Araro llamado Baricha y al de Zinápequaro: id y calentá los baños". Y
era de noche, y fuese a su casa y bañóse en un baño caliente, y salió luego por
la mañana y vinieron los sacerdotes que fueron a llamar y díjoles: "agüelo,
dicen que es venida la señora, ya la tornamos a ver a la diosa Cuerávaperi; vá-
mosla a saludar". Y vistióse, que se había bañado. Y fueron los sacerdotes a lleva-
lle ofrenda y mantas y vino y encienso, y ofreciéronselo todo [a] aquella
mujer y desnudáronla y vistiéronle otros vestidos nuevos y saludáronla
diciendo: "señora, seas bien venida". Y ella les tornaba a saludar. Y preguntá-
ronle: "señora, ¿cómo te halló la diosa?". Dijo la señora: "en casa estaba y allí me vió." Dijé-
ronle: "¿qué te dijo? cuéntalo aquí, ¿qué habemos de decir al rey?". Respondió
ella: "¿qué me había de decir, agüelos? Como me vió allí no me hizo mal, mas un
águila me llevó y oí en lo alto del monte donde había un concilio de los dioses.
Dicen que otra vez han de venir hombres de nuevo a la tierra." Y contóles
todo lo que había oído en el monte llamado Xanóato hucaçio. Y apartáronse
todos los sacerdotes en el patio y abajaron las cabezas en corrillos y dijo
el señor de Hucario: "agüelos, ¿cómo, esta mujer no lo dice de mala ques?, dice que
han de venir otra vez hombres a la tierra: ¿dónde han de ir los señores questán? ¿quiénes
nos han de conquistar? ¿han de venir los mexicanos o los otomíes a conquistarnos,
o los chichimecas? Dice que todo el reino ha de estar solo y desierto. Idlo a decir