que aquella gente que ha venido está en Taxcala, allí moriríamos todos." Oida la embajada, Zuangua respondió: "bien está, bien séais venidos, ya habé- is hecho saber vuestra embajada a nuestros dioses Curícaveri y Xarátanga, yo no puedo por agora inviar gente, porque tengo nescesidad de esos que habéis nombrado; ellos no están aquí, questán con gente en cuatro partes conquistan- do. Descansá aquí algún día y irán estos mis intérpetres con vo- sotros, Nuritan y Piyo y otros dos. Ellos irán a ver esa gente que decís, en- tre tanto que viene toda la gente de las conquistas." Y salieron fuera los mensajeros y pusiéronlos en un aposento, y diéronles de comer y hizo dalles mastiles y mantas y cotaras de cuero y guirnaldas de trébol. Y llamó el cazonçi sus consejeros y díjoles: "¿qué haremos?, gran trabajo es éste de la embajada que me han traído. ¿Qué haremos? ¿Qués lo que nos [ha] aconte- cido?. Que el sol estos dos reinos solía mirar, el de México y éste. No habe- mos oído en otra parte que haya otra gente; aquí sirvíamos a los dioses. A qu[é] propósito tengo de inviar la gente a México, porque de con- tino andamos en guerras y nos acercamos unos a otros, los mexicanos y nosotros, y tenemos rencores entre nosotros.Mirá, que son muy astu- tos los mexicanos en hablar y son muy arteros a la verdad, yo no ten- go nescesidad, según les dije; mirá, no sea alguna cautela. Como no han podido conquistar algunos pueblos quiérense vengar en noso- tros y llevarnos por traición a matar y nos quieren destruir. Vayan estos navatlatlos y intérpetres que les he dicho que irán, que no son muchachos para hacello como mochachos, y éstos sabrán lo que es". Respon- diéronle sus consejeros: "señor, mándalo tú que eres rey y señor, ¿cómo te podremos contradecir?, y vayan éstos que dices". Primero mandó traer muchas mantas ricas y jicales y cotaras de cuero y de las navas y mantas de sus dioses, ensangrentadas, como las habían traído de México para sus dioses y de todo lo que había en Mechuacan. Y diéronselo a los mensaje- ros que lo diesen a Montezuma. Y fueron con ellos los navatlatos para ver si era verdad. Y envió el cazonçi gente de guerra por otro camino y tomaron tres otomíes y preguntáronles: "¿no sabéis algunas nuevas
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