Secuelas de la Revolución la transformación de los sistemas de riego en el Bajío mexicano
Martín Sánchez Rodríguez, El Colegio de Michoacán
En la esfera académica es aceptado que la región conocida como Bajío mexicano fue zona de frontera durante el periodo posclásico prehispánico entre las numerosas tribus chichimecas y las organizaciones estatales nahuas y tarascas. Lo que significa poca evidencia arqueológica de la época, no así de periodos anteriores como ha quedado demostrado por los arqueólogos contemporáneos. Sin embargo, desde la llegada de los españoles en el siglo XVI y su expansión al norte del septentrión novohispano, la colonización hispano indígenas fue haciendo del Bajío una de las regiones más próspera de todo el reino de España. El desarrollo de una economía minera, comercial, manufacturera y agrícola lo colocaron, en conceptos del historiador norteamericano, John Tutino, en una región clave para la historia del capitalismo mundial.
En la materia que nos ocupa, es posible trazar una línea de crecimiento continuo de la frontera agrícola abajeña desde el siglo XVI hasta la primera mitad del siglo XX. Se trata de un crecimiento que tuvo como uno de sus pilares la construcción permanente de sistemas de riego alimentados por las corrientes tributarias del río Lerma y por los diferentes tipos de agua identificados (perene, torrencial y subterránea). Pero si bien es cierto que la construcción de infraestructura hidráulica para riego se puede documentar desde el siglo XVI, será durante el siglo XVIII y XIX que en el Bajío ocurre una transformación radical de su paisaje al incorporar nuevas tierras a la práctica agrícola o sustituir cultivos como el país para incrementar sustancialmente la producción de trigo. Como creo haberlo demostrado ya, uno de los factores que concurrieron a que este proceso se hiciera realidad fue el control y uso del agua torrencial y la práctica del entarquinamiento en cajas de agua. A partir de esta técnica que requería importantes volúmenes de agua, extensiones territoriales, inversión de capital y mano de obra, en el Bajío se fueron construyendo sistemas de riego pequeños, comparados con parámetros actuales, pero complejos social y técnicamente, que en conjunto abarcaron miles de hectáreas y lograron convertir al Bajío en el granero de las Nueva España y del México decimonónico.
Se trató de sistemas creados y manejados con la lógica oligárquica de la hacienda y con bastante grado de autonomía respecto de los controles de la autoridad política de cualquier nivel. Es decir, fueron sistemas mandados construir a partir de los intereses y el control de los recursos económicos y naturales que poseían los hacendados de la época y manejados por asociaciones de regantes privadas. ¿Cómo repercutieron las políticas sociales de la revolución mexicana de 1910 en el manejo del agua en la región del Bajío? ¿Cuáles fueron las consecuencias de la construcción de los distritos de riego en los antiguos sistemas hidráulicos?, ¿Qué cambios en el paisaje ocurrieron a partir de la aplicación de la gran irrigación revolucionaria? ¿Cuáles fueron las repercusiones de la política hidráulica en la organización social para el riego? Son algunas de las preguntas que intentaremos dilucidar en esta participación.