La escritura alfabética del otomí se desarrolló en el contexto de la evangelización del Centro de México. Hay una cantidad considerable de trabajos lingüísticos sobre el otomí, elaborados durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX por miembros de las órdenes religiosas, desde luego con la colaboración de los hablantes de esta antigua lengua centromexicana. También tenemos obras de temas religiosos, escritas en otomí por frailes y por hablantes nativos: doctrinas, sermones, traducciones de textos bíblicos, confesionarios y tratados filosóficos. Sirven como muestras de las variantes del otomí a través del tiempo y el espacio, y también nos ayudan a entender el proceso de la imposición ideológica llevada a cabo por la Iglesia. Aparte de las obras lingüísticas y religiosas, los trabajos recientes en los archivos están revelando la existencia de un corpus creciente de manuscritos redactados por los indígenas, en otomí, para sus propios fines. Las fuentes en otomí han sido poco estudiadas, en comparación con los documentos escritos en náhuatl o en los idiomas mayances. Buena parte de este material no ha sido estudiado, y las referencias publicadas de muchos de los manuscritos se reducen a escuetas entradas en bibliografías, catálogos de bibliotecas y catálogos de venta publicados por librerías y casas subastadoras. Debido a esta situación, la historia sobre los otomíes suele escribirse desde las perspectivas de sus vecinos, sin tomar en cuenta su propia visión de su papel en los procesos culturales del Centro de México.